CRISTO EL REY (noviembre 24, 2024)

Enfasis Sugerido

“Su reino es un reino eterno del cual nadie puede despojarlo; su reinado jamás podrá ser destruido”

Hoy celebramos el reinado de Cristo, el poder de Cristo, el carácter real de Cristo. A diferencia de los reyes terrenales, el reino de Cristo, como hemos escuchado en la lectura del Libro del Profeta Daniel, es un reino eterno. A diferencia del de otros reyes, el reino de Cristo nunca dejará de ser.

¿Qué clase de rey es Dios? ¿De qué forma es único su reino en comparación con el de otros monarcas? Para responder estas preguntas leemos las palabras que San Francisco de Sales ofreció en una conferencia sobre “la esperanza” a las Hermanas de la Visitación en 1620.  La ocasión era la celebración de la fundación de otra comunidad de Visitación (alrededor de 80 comunidades fueron establecidas para cuando Santa Juana de Chantal falleció en 1641):

“Siempre tendremos sólo uno y un único rey: nuestro Señor crucificado, y bajo su autoridad vivirán seguros y a salvo donde quiera que estén. No teman que les pueda hacer falta algo, por que mientras lo escojan a él por encima de cualquier otro rey, él siempre estará con ustedes. Preocúpense por crecer en el amor y en la fidelidad a la divina bondad de Cristo, manteniéndose siempre lo más cerca que puedan a él, y verán que todo les saldrá siempre bien. Aprendan de él todo lo que deben hacer. No hagan nada sin su consejo. Este rey es el amigo fiel quien los guiará y los gobernará y los cuidará como, con todo mi corazón, le suplico yo a él que lo haga”.

Aquí no existe un dictador benévolo. Ni un tirano benévolo. Ni un monarca que con su poder subyuga a los demás. Ni un líder a quien sólo le interesa él mismo y quien consolida su riqueza o influencia a costa de los demás.

Cristo es un rey crucificado. El es un monarca que ofrece su vida por los demás. Su reino está al servicio de las necesidades de los demás. Su prestigio sirve de guía y da esperanza a los demás. Su reino provee consejos sensatos. Su estado ha sido fundado en base a la amistad fiel y amorosa.

Francisco de Sales acierta (como muchas veces lo ha hecho) cuando escribe en su Introducción a la Vida Devota, que: “No perdemos nada si vivimos de forma generosa, noble, cortés, y que nuestros corazones sean reales, justos y nobles” (Parte II, Capítulo 36).

Al igual que Cristo nosotros hemos sido llamados a usar el poder que Dios nos ha dado, y la promesa de atender las necesidades de los demás. Al igual que Cristo, nuestro “derecho divino” y real, exige que nos amemos los unos a los otros con “un corazón real, justo y noble”.

“¿Cómo estamos haciendo uso del “derecho divino” que como hijos e hijas de Dios nos corresponde?”

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