LA SAGRADA FAMILIA (Diciembre 29, 2024)
Ser santo, “vivir en la casa de Dios, no nos impide experimentar las dificultades de la vida.”
Perspectiva Salesiana
El corazón de cada padre simpatiza con la experiencia de Maria y José en el Evangelio de hoy. Al darse cuenta de que Jesús estaba perdido, un día después de haber salido de Jerusalén, podemos imaginar este breve – pero angustioso – intercambio: “El no está conmigo. Pensé que estaba contigo. Quieres decir que no lo está?”
Esta no fue la primera vez que hubo un problema en la Sagrada Familia. Es más, ellos tuvieron retos desde el principio. San Francisco de Sales dice: “Considera las vicisitudes y los cambios, las alternaciones entre la dicha y el dolor” que encontramos en la historia de la Sagrada Familia. “Que dicha, que jubilación para Nuestra Señora el recibir las noticias de que ella daría luz a la Palabra Eterna!” En contraste, considera a San José, viendo que ella estaba embarazada y sabiendo que no era de él: que aflicción y angustia la que seguramente sintió!”
De nuevo: “Cuando nuestra Señora dio luz a su Hijo, los Ángeles anunciaron su nacimiento, los pastores y los reyes magos vinieron a adorarlo: que dicha y consuelo el suyo, en medio de todo esto. Pero espera: un poco mas tarde, el ángel de Señor le dijo a José en un sueño: toma el niño y a su madre y huye a Egipto! Oh, que grandioso asunto ha de haber sido este para Nuestra Señora y San José.” (Conferencias III, Sermón en la Octava de los Santos Inocentes).
Mientras los alti-bajos, las dichas y dolores de Jesús, Maria y José tienen algo que enseñarnos, la lección real para nosotros, los que tratamos de tener y mantener “familias sagradas,” está en como la Sagrada Familia enfrentó estas tribulaciones: “Debemos considerar la grandiosa paz y serenidad mental y de corazón que la Virgen Bendita y San José demuestran en su constancia aún en medio de los eventos inesperados que tuvieron que enfrentar.” (Ibíd.)
Una “familia sagrada” no se mide por las cosas que le pasan – o que no le pasan – a sus miembros. Una “familia sagrada” es aquella que demuestra cierta gracia y confianza cuando tiene que enfrentarse a los eventos de la vida diaria, especialmente aquellos que son inesperados. Francisco de Sales nos urge a: “Considerar si es justificable el que nos sorprendamos y nos preocupemos cuando encontramos accidentes similares en la casa de Dios... Debemos repetirnos varias veces, para imprimir esta verdad más profundamente en nuestra mente, que ningún evento inesperado debe hacer que nuestro corazón o nuestra mente se vuelvan temperamentales, por que el temperamento irregular procede de nuestras pasiones y preferencias.” (Ibíd.)
Nosotros imitamos más a la Sagrada Familia en nuestras relaciones cuando grabamos en nuestra mente y en nuestros corazones el hecho de que el mundo no gira en torno a nosotros, que las cosas no siempre salen como nosotros queremos, que nuestros planes frecuentemente no son la última palabra. No siempre podemos controlar lo que nos pasa: en cambio podemos escoger como responder a lo inesperado en nuestras vidas de formas que promuevan la fe, la tranquilidad, la Fuerza y el coraje.