Décimo segundo domingo del tiempo ordinario 23 de Junio de 2024

Reflexión salesiana para el domingo

Décimo segundo domingo del tiempo ordinario

23 de Junio de 2024

San Francisco de Sales –el “doctor del amor”– tenía su propio punto de vista acerca de los juicios. Específicamente, él nos previno contra los juicios precipitados. Él dijo: "A menudo, el temor, la ambición y otras debilidades mentales similares generan sospecha y juicios precipitados" en lo que se refiere a nuestra percepción de otras personas.

Y continuó: Las personas que están "ebrias de orgullo, de envidia, de ambición y de odio consideran que todo lo que ven es malo y reprochable. Para ser sanados… les digo, deben beber tanto como puedan del vino sagrado de la caridad. Los juicios precipitados son pecados derivados de una amargura espiritual que hace que todas las cosas parezcan malas a los ojos de quienes están infectados con ella”.

Dicho de otra manera, los juicios dependen, en última instancia, del punto de vista –o del corazón– de quien los hace. “Si sus reflexiones son amables,” comentó Francisco, “sus opiniones también lo serán. Si sus afectos son caritativos, sus opiniones así mismo lo serán”.

Obviamente, si nuestros afectos no son ni buenos ni caritativos juzgaremos a los demás de manera desagradable e insensible, en el mejor de los casos. Estos comportamientos no son compatibles con las personas que buscan ser “renovadas” en Cristo.

Desafortunadamente, por experiencia propia sabemos que es demasiado fácil desperdiciar el tiempo juzgando la motivación y las intenciones de los demás. Como si esto no fuera lo suficientemente grave, pocas veces nos guardamos esas opiniones. A menudo compartimos nuestros juicios con otros y esto crea "malestar, desprecio por el prójimo, orgullo y autosatisfacción, y tiene muchos otros efectos negativos, principalmente la calumnia”.

Quizás Francisco de Sales puso su dedo en a llaga y resumió esta falta cuando escribió que: “El sello distintivo de un alma improductiva es que se deleita escrudiñando las vidas de los demás”. La antigua costumbre de valorar a los demás basados en juicios meramente humanos ya no es relevante: ¿Qué estamos haciendo para que así sea?

Además, en un día cualquiera, seguramente tendremos suficiente con examinar nuestras propias vidas, ¿o no? Entonces, ¿por qué desperdiciar nuestro tiempo diseccionando las vidas de otros sólo para divertirnos… y para deshonrarnos?

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